IRRECONOCIBLE
España
es un país irreconocible. Bueno, irreconocible para alguien que la
hubiera conocido antes. Lógicamente, aquellos que hoy cumplen cuarenta
años, sólo conocen la España que ha ido apareciendo a raíz de la muerte
de Francisco Franco.
Estos
lodos actuales son la herencia que nos han dejado, por encargo de
otros, aquellos llamados “Padres de la Constitución”, como la soberbia
veleta Manuel Fraga; el mal encarado rojelio Solé Turá; el rencoroso
Peces Barba; el encantado de haberse conocido en todas las sopas,
Herrero de Miñón; el de la “Orden del Yugo y las Flechas” el (ex)
falangista señor Cisneros, a quien le metería un tiro en la espalda ese
bribón apellidado Otegui; o ese catalán que nació en Francia porque su
familia tuvo que huir de la Cataluña de Companys y Tarradellas para
salvar el pellejo, el señor Roca etc….
Esta
Constitución, sin tan siquiera habérsela leído, fue aceptada de forma
sumisa por gran parte de aquellos que ya no se llamaban españoles sino
que eran “el colectivo de una ciudadanía”, y que nos ha llevado a la
situación “incómoda” de la pitada a la Bandera, al Himno y al
representante real.
Lo
hemos dicho en otra ocasión, y lo repetimos con permiso del respetable,
pero si a raíz de la alegre votación para la Ley de la Reforma
Política, la que ya nos metía a los taifas con vaselina, hubieran dicho a
esa “ciudadanía” que esas votaciones nos iban a traer la persecución
del español, no sólo en Cataluña; el aumento espectacular del
terrorismo, que se culminaría cuando ya los terroristas y sus
sostenedores, después de haberlo conseguido casi todo, instalan a sus
representantes en el poder municipal y autonómico de las Vascongadas,
región española de la que iban a huir más de 100.000 vascos; que el “Día
de Puertas Abiertas” del Ejército no se podrá hacer en esa desgraciada
región; que quemar banderas de España ya no sería delito; que el paro
llegaría al 25 %; que los maricas podrían casarse y adoptar niños; que
la pornografía llegaría a la televisión; que la blasfemia iba a ser
legal y hasta subvencionada; que se iba a condenar a héroes y santos,
escudos y monumentos de casi 40 años de nuestra Historia, con la sumisa
colaboración de un Ejército que ya no era el de la Victoria; que la
Iglesia iba a traicionar a aquel que habría reconstruido sus templos y
conventos y que le había cedido la dirección moral de todo un pueblo. …
España, irreconocible.
Es
irreconocible el Ejército. No tanto por lo que hace como por lo que no
hace. Los componentes del Ejército, con la disciplina grabada con fuego,
cumplen las misiones que se le asignen, aunque luego mueran sin saber
por qué han muerto. La mayoría son excelentes profesionales, mandados
por eso que llaman “cúpula militar”, generales ascendidos por los
partidos en el gobierno, y que luego han de demostrar que son
agradecidos. De ahí la muerte lenta de un museo militar, el de
Barcelona, asesinado antes de morir y cerrado en una ceremonia indigna;
la expulsión del Museo del Ejército de Madrid, ampliado por Azaña
durante la república y posteriormente después de la guerra de
Liberación, encerrado de forma aséptica en unos almacenes y salas de un
Alcázar de Toledo del que se trata ignorar su pasado heroico; la
increíble eliminación de estatuas, lápidas, monumentos, símbolos y
recuerdos históricos de toda una época en la que muchos de los sumisos
sirvieron con juramentos y todo.
¿Alguien
hubiera podido imaginar que aquellos votos posteriores a 1975 iban a
provocar estas indignidades? Cuando en aquellos años 50 desfilábamos
delante de la estatua del Generalísimo Franco en la Academia General
Militar, si alguien nos hubiera dicho: “tú presenciarás cómo esa estatua
la eliminan, por orden de los rencorosos vencidos, unos generales que
van a pasar por esta misma Academia” ¿lo habríamos creído? . Y no
olvidemos que aquel monolito con la cruz y el fusil, en el que ponían
coronas de flores los “primeracos” de la Promoción, será sustituido por
otro algo más ateo (sin Cruz) e impersonal.
Se
cambiarán los nombres de las Residencias de Estudiantes dependientes
del Ejército sin una sola nota de disgusto en la prensa militar oficial;
se permite los feroces ataques al Valle de los Caídos. Recordamos que
en el año 1954 asistimos algunos cadetes de la Academia artillera de
Segovia a una concentración de excombatientes cuando el Valle todavía no
estaba concluido, veteranos que habían pasado la fría noche entre los
bosques en espera de la presencia del Generalísimo Franco. ¿Qué dirían
hoy aquellos veteranos? ¿Cuál sería el calificativo más suave sobre esta
cobarde “ciudadanía” modelo siglo XXI?
En
ese Valle de los Caídos, hace pocos años, una irreconocible Guardia
Civil quitaba, por orden de una impresentable delegada del Gobierno,
banderas con y sin el águila de San Juan, banderas que eran arrojadas al
suelo en un indigno montón sin el menor respeto, ni a la Bandera ni a
quienes se las quitaba. Por el contrario, nadie ordenó quitar banderas
separatistas catalanas en las entradas al estadio Calderón en la final
de la Copa del Rey.
Irreconocible.
Y
en la mayor parte de las publicaciones militares oficiales se obviará,
ocultará o se pasará de puntillas sobre nuestra Historia reciente.
Recordamos a la publicación oficial “Tierra” que en un artículo titulado
”…cuál es la historia del Grupo de Regulares de Melilla nª 52?”, donde,
además de olvidar (¡esa memoria!) que en español hay un signo de
interrogación delante de la frase, se olvidan de la densa y heroica
historia de este Grupo en la guerra de Liberación. Es sólo un ejemplo,
porque lo hemos visto también en otra publicación militar con una breve
historia de la Guardia Civil.
Y
cuando un general o coronel o militar de cualquier graduación se atreva
a disentir de la postura maniquea que va contra nuestras mismas
Ordenanzas Militares, se quedará más solo que la una y sus compañeros
mirarán prudentemente para otro lado. Muy duro ¿a que sí?
Irreconocible.
Si
topamos con la Iglesia podríamos salir trasquilados, así que brevemente
mostraremos la actitud cobarde y acomodaticia de la Iglesia española,
que empuja al Papa para que no se detenga delante del Valle de los
Caídos; y que a veces pone pegas para la celebración en algunas ciudades
de España de una misa por Francisco Franco y José Antonio el día 20 de
noviembre. En Barcelona ha habido años en el que la peregrinación para
encontrar un cura y una iglesia era el triste relato sobre la miseria
humana. Al terminar la guerra, agradecido por lo que había hecho Franco
por la Iglesia, y concretamente con los jesuitas, a los que devolvió
todo lo que les había quitado la república, el General de la Compañía de
Jesús, un polaco antecesor del Padre Arrupe, prometió a Franco que a su
muerte los jesuitas celebrarían 20.000 (veinte mil) misas por su alma…
Hoy
España se quiebra. Los partidos políticos, cumpliendo aquello que
Franco nos decía hasta el aburrimiento sobre su papel nefasto en la
Historia de España reciente, han conseguido crear un monstruito
múltiple, pluricultural, plurinacional, insolidario, de egoísmos taifas,
de estructuras carísimas… Han conseguido crear un sistema democrático
corrupto, y no es que se haya corrompido, es que sin corrupción no
funciona. Un sistema en el que pendejos poco votados, aliados con el
vencedor en una elección general, son los árbitros de la política
española.
Todo
viene de aquellos lodos, de aquellas elecciones, de aquellos votos… De
aquellas elecciones que con aplausos y puestos en pie (como en tiempos
de los procuradores con sahariana blanca y camisa azul), se aplaudía la
puesta en la calle, convenientemente amnistiados y pagados, de asesinos
etarras y de otras siglas. A partir de ese día de los aplausos, el
terrorismo etarra multiplicó por diez sus víctimas. Y la cesión cobarde
de todas las riendas en manos de traidores ha hecho de las Vascongadas
una región auténticamente separada de España. Son muchos años de presión
secesionista, de educación separatista y de abandono a los vascos que
se sienten españoles.
Se
impone en las escuelas el chirriante batúa, ineficaz e inútil chau chau
que nada sirve y que parece llenar de chinchetas oxidadas muchos
cerebros braquicéfalos con el RH negativo. Y sus cofrades separatistas
(de nacionalistas nada) catalanes, amos del campo que le han dejado los
miserables y sucesivos gobiernos españoles, no importa la secta, han
conseguido eliminar el español de las escuelas, multar a quien pone
carteles en sus tiendas o establecimientos, perseguir a los niños que
hablen en español en el recreo… ¿Se sabía esto cuando se lanzó al aire
histórico la nueva Constitución “al fin democrática”? ¿Cómo es posible
que después de casi treinta años los gobiernos centrales no hayan parado
los pies a esta gentuza separatista en el tema del idioma y de la
enseñanza? ¿Cómo es posible que haya que pagar más de 500 €, por día de
trabajo, a los traductores de idiomas “del Estado” en el inútil y caro
Senado? En Escocia, los niños pueden estudiar escocés tres horas a la
semana….voluntariamente. Aquí se hace al revés.
Resumiendo: la pitada al Himno Nacional.
Se
había anunciado con todo el descaro y con la mayor impunidad y
desprecio a la Ley, y se cumplió como estaba previsto. Previamente se
insultó clamorosamente con eslogan soez a Esperanza Aguirre, Presidente
de la Comunidad de Madrid, que nos suele dar una de cal y a veces algo
de arena, pero que es una valerosa mujer que, pese a haberla dejado sola
sus propios correligionarios, en este tema del anunciado abucheo al
himno acertó un pleno. En realidad, Esperanza Aguirre es todo un
solitario símbolo frente a esos aficionados periféricos que son,
utilizando un término cervantino, unos auténticos “hideputas”.
Lo
sorprendente del abucheo no es que se hiciera, sino que haya quienes
hayan querido quitarle importancia, ya se sabe, la “libertad de
expresión…”, o diciendo aquello de que la reacción legal contra ese
delito multitudinario es imposible. La defensa de la Bandera y de la
Unidad de España es considerada por la prensa como cosa de la
ultraderecha, esta vez falangista, porque su testimonial rechazo al
separatismo en una manifestación en Madrid, que es considerada como
simple anécdota sin importancia. La presencia del Príncipe en el
estadio, a sabiendas de que se iba a abuchear al Himno Nacional, y su
posterior aceptación del abucheo, puede ser considerado un hito
vergonzoso en nuestra declinante Historia.
La
catástrofe se cierne sobre España. Y es que el “patriotismo” español
está hoy en las manos de Casillas y en los pies de Torres o de Iniesta.
Si esto falla, si España es eliminada de la próxima Copa Europea de
Fútbol, lo mismo da que sea al principio que al final del torneo, España
corre el peligro inminente de atomizarse, volatilizarse, desaparecer….
Recemos para que Casillas pare los penaltis, porque de él depende la misma existencia de España
Carlos Sanz